Sin fines de lucro - Rescatando el patrimonio de Chile

Circuito Sur: La Copa COPEC de 1935

Por Rodrigo Velasco S.

A fines del año 1935, en diciembre, el Automóvil Club de Chile junto a la empresa petrolera nacional Copec organizaron una nueva versión del mismo recorrido entre la capital y Puente Alto, denominándolo Circuito Copec. La pista era la conocida de siempre, la del famoso y tradicional Circuito Sur, con las largas rectas de Camino Santa Rosa y Camino a Puente Alto, y con las peligrosísimas curvas de acceso a ambas ciudades. El recorrido total de la vuelta a la pista era de 38.640 metros. La comisión deportiva y comité organizador de esta nueva competencia los formaban los señores Vasco de Larraechea, Aladino Azzari y Jorge Figueroa. Además, por primera vez en la historia del automovilismo chileno, en esta carrera se aplicó estrictamente el Reglamento Internacional y se puso en uso la señalización con banderas de acuerdo al código internacional de colores. Entre los nombres de los muchos participantes se incluían varios pilotos de prestigio, con triunfos a su haber, tales como Hernán Freitas, Óscar Andrade, Carlos Orrego, José Arana, Rodolfo Gallo, Santiago Lazo, Luis Rodríguez y Antonio Balbi; junto a algunos volantes más nuevos que darían que hablar, como Enrique Humeres, Manuel Bengolea, Luis Cugniet y Augusto Larraín, entre otros.
Si bien no se batieron récords, la competencia fue muy disputada y con momentos dramáticos, como cuando volcó el automóvil De Soto que manejaba Hermógenes Reveco en la fatídica curva de llegada a Puente Alto, y como resultado de lo cual hubo al menos seis heridos graves entre el público, aunque los pilotos salieron con lesiones leves. Lamentablemente, este tipo de percances era de común ocurrencia en esos días, ya que las normas de seguridad tanto para los corredores como para los espectadores eran muy precarias.

La prueba inicialmente la dominó el conocido piloto Óscar Andrade, en Studebaker, quien hizo la mejor vuelta al extraordinario promedio de 135 km/h, pero debió abandonar a la siguiente por fallas mecánicas que le provocaron un despiste. Heredó el liderato y lo conservó hasta cruzar la meta otro Studebaker, el de José “Pepe” Arana, quien se coronó campeón, a una velocidad promedio de 128 km/h. En el segundo puesto llegó Enrique Humeres en un Ford V8, tercero Hernán Freitas en Studebaker y cuarto Luis Cugniet en un coche marca Hupmobile. El ganador se hizo merecedor del hermoso trofeo, la Copa COPEC.

Se efectuó también ese día una carrera para coches carrozados o “de calle”, la que fue ganada por Manuel Bengolea en un Hudson, a 120 km/h de velocidad promedio, quien fue escoltado por Manuel Salas, en un automóvil Willys Knight. Sin duda fue una jornada mecánica larga, emocionante, y el numeroso público que rodeaba la pista entre la capital y Puente Alto no solo se retiró plenamente satisfecho, sino contentos de no haber estado involucrados en los serios accidentes que pusieron la cuota dramática al espectáculo deportivo.

La revista Zig Zag de la semana siguiente hizo una ilustrativa cobertura gráfica de esta memorable carrera de automóviles.

El Circuito Sur: la primera pista semipermanente de Santiago.

Por Rodrigo Velasco S.

Desde mediados de la década del veinte y hasta comienzos de la década del cincuenta se realizaron espectaculares carreras de autos en este histórico escenario semirectangular conformado por las dos largas rectas que unían Santiago y Puente Alto, conocidas desde antaño como Camino Santa Rosa y Camino Puente Alto, que pasaba por lugares como La Legua, Santa Rosa, Bajos de Mena, Puente Alto y Pirque. Tenía un largo recorrido de nada menos que 38,64 kilómetros lo que lo convirtió en el muy veloz escenario de las principales carreras de automóviles efectuadas en la capital desde que se iniciaran estas competencias deportivas.

La curva conocida como “Bajos de Mena”, que era la de acceso a Puente Alto, era terriblemente peligrosa ya que estaba al final de una recta eterna viniendo desde Santiago. Los autos de carrera antiguos llegaban a ese punto a gran velocidad, pero sus frenos y estabilidad dejaban mucho que desear. Allí hubo innumerables accidentes a lo largo de los años; muchos de ellos graves y varios fatales lamentablemente. El paso de los bólidos por la ciudad de Puente Alto era uno de los mayores atractivos del recorrido, con todos los peligros que ello acarreaba, lo que dio lugar a episodios espectaculares. A través de la historia este escenario vio ganar a grandes volantes y a otros tantos batir el récord de la vuelta, quedando para el bronce nombres como los de Aladino Azzari, Antonio Caliri, Rodolfo Gallo, Carlos Orrego, Hernán Freitas (cuyo hermano Antonio perdió la vida allí en una carrera), Enrique Cortesse, Oscar Andrade, e incluso el del campeón argentino Carlos Zatuszeck, quien corrió en su legendario Mercedes Benz SSK, estableciendo el mejor tiempo por vuelta, pero sin poder llevarse la victoria.

Durante la década del treinta fue cuando el Circuito Sur se transformó en el primer circuito semipermanente de la capital, incluso con características de moderno autódromo, ya que se construyeron graderías en la recta de meta, la que fue enrejada, y se hicieron también boxes (denominados stands en aquel entonces) para los competidores y sus mecánicos. Allí se ubicaban los equipos de mecánicos de los pilotos que tenían el apoyo de una marca de automóviles, así como los simples particulares que participaban en sus propios coches. Afortunadamente, mucho de lo sucedido en el Circuito Sur durante todos esos años quedó para la posteridad en excelentes fotografías de la época, varias de las cuales ilustran muy adecuadamente este breve relato histórico.

Papín Jaras y sus 80 años

Por Rodrigo Velasco S.

En este mes de mayo ha cumplido ochenta años una de las mayores glorias del automovilismo deportivo de Chile. Su nombre fue sinónimo de velocidad en el cono sur de América por muchos años, y ser “tan rápido como Papín Jaras” era la frase típica que usaba la juventud tuerca en los años 50 y 60, pues todos queríamos parecernos a este ídolo y piloto de carreras superdotado.

Creo que en este importante aniversario bien vale la pena recordar su historial ya que probablemente las generaciones más nuevas -que no tuvieron la oportunidad de conocer sus hazañas- pueden preguntarse ¿quién fue realmente Papín Jaras en la historia del deporte mecánico?.

Raúl Jaras Fleischmann nació en Santiago el 14 de Mayo de 1931. Desde niño recibió como apodo “Papín”, el que lo acompañaría en su larga y brillante carrera en el automovilismo, tanto en Chile como en el extranjero.

Se inicia en la actividad deportiva precozmente y, como tantos campeones, a bordo de una motocicleta. Debutó en el automovilismo cuando tenía apenas 17 años, en 1948. No tenía licencia de conducir ni tampoco permiso paterno…

En Diciembre de 1950, con apenas 19 años, triunfa en la carrera preliminar del único e histórico Grand Prix de Chile para autos de fórmula, en el circuito de Pedro de Valdivia Norte, el que ganara Juan Manuel Fangio con una Ferrari. Piloteando un auto inglés Vauxhall, el joven Papín resulta ganador en la categoría de coches carrozados con fuerza libre. Una victoria que sin duda daba luces de su glorioso futuro.

Posteriormente pasaría a identificarse con la marca Chevrolet en la serie mayor del automovilismo, con la que haría toda su brillante carrera deportiva en Chile. Raúl Jaras fue el máximo exponente de esa marca de la General Motors, junto a sus compañeros de equipo Eugenio Velasco y Luis Hernán Videla, en la lucha permanente de Chevrolet contra los numerosos Ford de Turismo Carretera que piloteaban sus rivales, como Bartolomé Ortiz, Nemesio Ravera, les hermanos Neder y Boris Garafulic, entre otros.

En las décadas del 50 y del 60 es el gran protagonista de nuestro automovilismo, y gana innumerables carreras no solo en Chile sino también en Perú y Argentina. Venció más de una vez en prácticamente todos los circuitos en que se corría en aquellos años, como el de Las Tres Provincias, el Circuito Sur, el de Pedro de Valdivia, el del Parque Cousiño, el de Limache, el de Quilpué-Villa Alemana, el Circuito de Los Dominicos, el de Viña del Mar, el de La Serena, de Mendoza, etc., etc. No había ciudad o pueblo donde no conocieran su victorioso Chevrolet Wayne de color rojo que pasaba raudamente por los caminos.

En el larguísimo Gran Premio del Perú de 1953, de frontera a frontera, Jaras punteaba la competencia después de varios días de carrera, hasta que su auto fue saboteado, por lo que Papín decidió retirarse de la prueba, luego de que le pincharan los neumáticos para evitar que ganara. Al año siguiente, en 1954, tiene una destacada actuación en la Carrera Panamericana de México piloteando un Chevrolet Bel Air que le proporciona la fábrica desde Estados Unidos. En 1956 compite en dupla junto a Eduardo Kovacs en los famosos 1000 Kilómetros de Buenos Aires, prueba válida por el campeonato mundial, la que es ganada por Stirling Moss a bordo de un Maserati. Papín Jaras y Kovacs, piloteando un Mercedes 300SL Alas de Gaviota, obtienen un espectacular 6° lugar, superando incluso a los Mercedes Benz del equipo oficial germano, lo que los hizo merecedores de una especial felicitación de los representantes de la fabrica en Alemania, por los puntos obtenidos por los chilenos para la Mercedes en el mundial de marcas.

Después, con su fiel cupecita Chevrolet de Turismo Carretera, Raúl Papín Jaras se consagra Campeón de Chile reiteradamente entre los años 1964 y 1969. Sus victorias y éxitos deportivos son realmente innumerables a lo largo del país, y también en la Argentina. A comienzos de 1965 es el único chileno en disputarles a los mejores pilotos trasandinos la famosa Carrera Internacional Dos Océanos, entre Mar del Plata y Viña del Mar, con regreso hasta la ciudad balneario en el Atlántico. Luchando con volantes de la talla de Dante Emiliozzi, Carlos Pairetti, Rodolfo De Alzaga, Carmelo Galbato, Jorge Cupeiro, y Juan Manuel Bordeau, entre otros, Raúl Jaras logra finalmente un excelente 6° lugar, pese a sufrir múltiples problemas mecánicos en la larga ruta. Pero cuando no los tuvo demostró su pericia, como en la etapa de Mendoza a Viña del Mar en la que haciendo un espectacular tiempo de 4 horas 13 minutos y 23 segundos llegó segundo a la meta viñamarina, muy cerca del vencedor De Alzaga, pese a haber partido de Mendoza en el décimo lugar.

Es que Papín Jaras fue siempre un ganador nato, no un segundón. Corría para vencer, no para cuidar el auto y ver si con cautela lograba un buen puesto. Por eso mismo es que nos habituamos a verlo ganar, con su inigualable calidad conductiva. Si no era el vencedor estaba siempre en el podio. Era lo normal, a menos que tuviese algún percance mecánico que lo retrasara contra su voluntad y mente ganadora.

Entre sus triunfos más destacados en carreras de largo aliento por carreteras chilenas figuran el Gran Premio Puerto Montt-Santiago de 1958, y el Gran Premio SOPESUR, donde venció en dos versiones seguidas, las de los años 1964 y 1965. En esta última, demoró apenas 9 horas 53 minutos y 14 segundos para el total de la carrera, que unía las ciudades de Santiago, Puerto Montt y Concepción, al increíble promedio total de velocidad de 173.863 KPH. Algunos de los impresionantes récords que estableció Papín Jaras dejan en claro a la velocidad que piloteaba su bólido: de Santiago a Temuco, tardó 3 horas 36 minutos 4 segundos; de Santiago a Valdivia, 4 horas 36 minutos; de Santiago a Puerto Montt, 5 horas 54 minutos y 25 segundos. Sin duda una hazaña, especialmente considerando cómo era la ruta al sur el año 1965, que incluía hasta la temida cuesta de Lastarria y pasaba por dentro de todas las ciudades.

A partir de 1969 Papín se radica en la Argentina, ya que en vista de su exitoso palmarés es contratado por el poderoso equipo oficial Torino de la fábrica IKA-Renault, con el que tiene un debut espectacular y sale campeón ese mismo año. En el país vecino se hizo muy famoso como gran volante de los Torino, e incluso fue contratado para una gran proeza a bordo de uno de esos históricos autos argentinos: un Raid de Buenos Aires a Nueva York, lo que Raúl Jaras logró completar con gran éxito y sin percances tardando apenas 9 días y medio de viaje. Esta hazaña tuvo una gran cobertura publicitaria, especialmente al culminar la maratónica travesía que culminó con Papín entrando sonriente en su Torino 380 por la Quinta Avenida de Nueva York.

Sin embargo, la brillante actividad como piloto de Papín Jaras terminaría lamentablemente con un grave accidente sufrido en la Argentina, del que se recuperó casi por milagro. Por suerte salió adelante con su temple, valentía y tenacidad de siempre, y hoy tenemos la alegría de poder tenerlo sano y vigoroso en su cumpleaños número 80.

Las multitudes que lo admiraron y vitorearon a su veloz paso por pueblos y ciudades de todo Chile, Argentina y Perú lo recuerdan con mucha admiración y cariño. Podemos estar entonces muy honrados de homenajear por este medio a esta verdadera leyenda viviente de la historia automovilística de Chile, a quien le agradecemos tantos triunfos y satisfacciones deportivas, deseándolo lo mejor para el futuro. ¡Grande entre los grandes Raúl Papín Jaras!

EL Grand Prix de Monaco de 1930

Por Rodrigo Velasco S.

La temporada oficial de 1930 del Campeonato Mundial de Automovilismo se iniciaría en abril de ese año con el Gran Premio de Mónaco en el circuito de Montecarlo. Era ésta la segunda versión de la carrera, ya que el estreno de la pista y fecha monegasca había sido el año anterior.

Inicia también entonces el piloto chileno Juan Zanelli su participación en dicha temporada internacional en el legendario circuito callejero en ese segundo Grand Prix del Principado de Mónaco. Su nuevo Bugatti 35B azul luce el Nº 14, y tiene una particularidad que lo destaca, consagrando al diplomático chileno como el precursor mundial de algo que después se haría común: lucir la bandera nacional del piloto a los costados del coche de carreras. Este distintivo ya lo había estrenado Zanelli en julio del año anterior en el Gran Premio de España (Circuito de San Sebastián) donde concurrió con dos de sus Bugattis, pintados con los números 4 y 5 y los banderines de Chile en los costados de los capots de ambos. El chileno corrió en el N°4 y le cedió el N°5 a su amigo Giulio Foresti, famoso corredor italiano. Los dos autos fueron inscritos y participaron en dicho Grand Prix como Escudería Zanelli de Chile.

El Gran Premio de España de 1929 y los autos de la Escudería Zanelli de Chile

Ocurría entonces que, como es sabido, los autos llevaban los colores del país que representaban de acuerdo a lo regulado por las autoridades que regían el automovilismo internacional, a partir de las legendarias competencias creadas por el magnate de la prensa James Gordon Bennett a comienzos de siglo. Los colores oficiales serían luego establecidos por la A.I.A.C.R. (Association Internationale des Automobile Clubs Reconnus) a partir de 1927. Así, los alemanes lucían el blanco (que después pasaría a ser el gris plata, luego de que en una carrera la rasparan la pintura a un coche Mercedes de aluminio, para alivianarlo más), los británicos el verde, los franceses el azul, los italianos el rojo, los belgas el amarillo, los norteamericanos blanco y azul, los suizos rojo y blanco, etc.

Juan Zanelli y su Bugatti N° 14 girando a fondo en Montecarlo

Obviamente entonces, un piloto chileno en Europa estaba fuera de libreto y no tenía color representativo para su máquina, ya que tampoco lo tenía el país, lo que motivó a Zanelli (muy consciente además de su condición de diplomático representante de Chile) a mandar a pintar en los dos costados del capot de su Bugatti una bandera chilena, con la forma estilizada y triangular de un banderín. Este detalle llamó mucho la atención y fue objeto de comentarios y fotografías que lo destacaron. Nadie pensó, por cierto, que la iniciativa del chileno sería imitada posteriormente por muchos pilotos que pintaron su emblema nacional junto a su nombre, ni menos que se convertiría con los años en una costumbre vigente en los autos de competición hasta nuestros días.

El imponente escenario de Mónaco durante el Grand Prix de 1930

El reglamento de la carrera permitía los “superchargers” y no establecía límite de potencia de los motores. La carrera fue pactada a un total de 100 vueltas, al circuito original de Montecarlo que tenía un largo de 3.180 metros, exigiéndose a los monopostos un peso mínimo de 900 kilos. Cincuenta pilotos se inscribieron para participar en la competencia, sin embargo luego de la selección respectiva de acuerdo a sus antecedentes deportivos, las autoridades del Automóvil Club de Mónaco determinaron a los 23 privilegiados que podrían tomar parte en el Grand Prix. Sin embargo, esta cifra se vería aún más reducida luego de las primeras prácticas libres contra reloj. Se decide marginar al inglés Bobby Bowes porque se considera que su coche Fraser Nash es demasiado lento. Por su parte, el as alemán Rudolf Caracciola cuyo gigantesco Mercedes SSKL no logró buenos tiempos por su gran peso y tamaño, es también rechazado por las autoridades del Automóvil Club monegasco por estimarlo inseguro para los demás competidores.

Bugattis en azul y blanco: Bouriat (16) seguido del alemán Burgaller (6)

Entre los pilotos que participan el sábado en las prácticas oficiales, bajo una torrencial lluvia, figura el legendario Enzo Ferrari, conduciendo un Alfa Romeo, quien lamentablemente debe retirarse por problemas mecánicos y no sería de la partida al día siguiente. El coche Talbot 700 del francés Emil Bourlier también sufre fallas mecánicas irreparables. Otras figuras importantes que no se presentaron, pese a estar inscritos, eran los ídolos italianos Tazio Nuvolari y Achile Varzi, quienes se especula prefirieron entrenar para la gran carrera de las Mil Millas Italianas que se efectuaría el fin de semana siguiente.

Los favoritos según los aprontes son los tres pilotos oficiales de la Escudería Bugattti: Chiron, Williams y Bouriat, mientras que entre los privados los apostadores señalan a Dreyfus y al chileno Zanelli como los de mayores posibilidades. En definitiva, concluida la sesión, los mejores tiempos por vuelta los obtienen el inglés “Williams”, el monegasco Louis Chiron y el francés René Dreyfus. Por primera (y última) vez se autorizaron las apuestas oficialmente en esta carrera, por lo que había casetas para tal efecto en todo el Principado. El favorito de los apostadores era Louis Chiron, héroe local y veloz piloto oficial Bugatti. El premio al ganador, además de los valiosos trofeos, era nada menos que la suma de 100.000 francos.

Louis Chiron (18) detenido en los boxes de la escudería oficial Bugatti

El domingo 6 de abril 1930, con buen tiempo y un marco cercano a los 100.000 espectadores, se da comienzo a las 13 horas al gran evento deportivo y social de Europa, con una grilla de partida formada de a tres autos en fondo.

“Williams”, como ganador del año anterior, ocupaba la posición de privilegio en la primera fila de la grilla de esa histórica segunda versión del Monaco Grand Prix. Curiosamente, y como clara muestra de los lazos entre el inglés y el chileno, el Bugatti 35 C que “Williams” conducía en esa ocasión (chassis Nº 4950) era de propiedad de su amigo Juan Zanelli, según consta en los archivos de la fábrica Bugatti (claramente se estilaba entre los gentlemen drivers con muchos medios económicos tener más de un auto de carrera, para poder prestarle alguno a los amigos). Compartían también la primera fila, el Maserati 26B del italiano Baconin Borzacchini y el Bugatti 35 C del suizo Hans Stuber.

Zanelli, muy concentrado en los instantes previos a la largada; atrás suyo el N°20 de Doré

Mientras tanto, el millonario chileno Juan Zanelli en su nuevo bólido azul tipo 35 B con el N° 14 largaba en la segunda fila, al lado del ídolo local Louis Chiron y del francés Guy Bouriat. En la tercera fila estaban los Bugattis de Marcel Lehoux, Goffredo Zehender y Michel Doré, mientras que en la cuarta quedaron René Dreyfus (Bugatti), Luigi Archangeli (Maserati 26B) y Phillippe Etancelin (Bugatti). En la quinta fila formaron los autos de Clemente Biondetti (Talbot), Hans Stuck (Austro Daimler) y el Conde Max d’Arco-Zinneberg (Mercedes). Cerraban el pelotón los Bugattis de Georges Bouriano y Ernst Burgaller.

¡Partieron! Adelante Williams (28) y Borzachini (34). En segunda fila Zanelli (14) pica junto a Chiron (18) y Bouriat (16).

Desde la bajada de la bandera hubo incidentes emocionantes y dramáticos. En la primera vuelta el Conde Max d’Arco quien marchaba atrás del pelotón recibió piedras lanzadas por los coches que lo precedían, las que le rompieron los vidrios de las antiparras causándole heridas en el rostro. Por cierto que simultáneamente perdió el control de su Mercedes, y fue a estrellarse espectacularmente a la entrada del túnel. Fue la primera deserción por accidente.

A poco andar, tomó la punta de la carrera el Bugatti N° 18 de Chiron, seguido de “Williams” (28) y Bouriat (16), pero el inglés debió detenerse por problemas mecánicos a las siete vueltas, tomando el tercer lugar el Maserati de Borzacchini (34). Juan Zanelli marchaba cuarto a un ritmo veloz y consistente, disputando el chileno ese lugar con Étancelin (24), seguidos de cerca por Dreyfus (22) y el suizo Hans Stuber (46). En la décima pasada por la meta el orden era Chiron, Bouriat, Borzacchini, Stuber, Zanelli y Dreyfus, en los seis primeros lugares.

Bouriat (16) seguido de cerca por Zanelli (14) en la recta de la costanera
En la orquilla, el suizo Stuber (46), Dreyfus (22) quien sería el vencedor, y Zanelli (14)

Sin embargo, diez vueltas más tarde, Dreyfus y su Bugatti aparecían escalando lugares como una tromba y ya figuraba en el tercer lugar. Si bien era un piloto particular, el Bugatti de Dreyfus había sido meticulosamente preparado por la concesionaria de la fábrica en la ciudad de Niza, y el auto no sólo era rápido, sino que sus rivales se percataron tarde que además contaba con un estanque suplementario de gasolina que había sido montado en el asiento del copiloto, lo que le permitió hacer toda la carrera sin necesidad de reabastecerse. Esto era perfectamente lícito, ya que nada decía al respecto el reglamento de la carrera, pero a sus competidores simplemente no se les ocurrió la idea o algunos calcularon que con un estanque lleno les alcanzaría para toda la carrera.

Los Maseratis (34) de los italianos Borzachini y Luigi Arcangeli (32)

 

En la mitad exacta de la disputada competencia (50 vueltas), las posiciones eran: 1º Chiron, 1h 50m 22s; 2º Dreyfus, 1h 52m 13; 3º Bouriat, 1h 53m 02s; 4º Zanelli, 1h 53m 38s; 5º Stuber, 1h 53m 44s, y 6º Étancelin, 1h 54m 25s.

Clemente Biondeti, el piloto italiano que conducía un Talbot 700, chocó en una mala maniobra y fue el segundo participante en abandonar por accidente, por suerte sin consecuencias graves para él, pero resultando muy dañado su auto.

En la vuelta 85, el inspirado Dreyfus tomó el liderato, y no lo soltaría más hasta el final, ante la impotencia del veloz campéon monegasco Chiron, quien debió detenerse en pits a cargar combustible y conformarse con el segundo lugar. Tercero llegó el otro Bugatti de la escudería oficial conducido por Bouriat. Por su parte, Zanelli condujo su Bugatti particular con su habitual pericia y temeridad, manteniendo firme su cuarta posición prácticamente toda la carrera hasta casi el final del gran premio, cuando desgraciadamente el motor de su bólido sufrió un desperfecto y dijo “no va más”, al igual que los croupiers del Casino de Montecarlo frente al cual se detuvo frustrado. No obstante, por haberse detenido casi al final de la prueba, técnicamente el piloto chileno ocupó el 7º lugar en la clasificación general final del Grand Prix. Los otros primeros lugares, tras Dreyfus y Chiron fueron para Bouriat, Zehender, Doré y Stuber, en ese mismo orden.

 

El banderazo final para el gran triunfador: René Dreyfus en el Bugatti N° 22

Louis Chiron terminó indignado por su inesperada derrota en su casa, molestia que dejó clara en el podio al ni siquiera dirigirle la palabra al vencedor Dreyfus, pese a la presencia del Príncipe Luis II y la familia real de Mónaco. Lo propio ocurrió con los apostadores, quienes provocaron ruidosos incidentes ya que pensaron que la carrera había sido “arreglada” para que ganara desde atrás Dreyfus, sin detenerse en los boxes. Fue tal el escándalo, que en el Principado se prohibieron para siempre las apuestas oficiales en este tipo de competencias. Terminó así con una gran polémica ese histórico segundo Gran Premio de Mónaco, el que tuvo entre sus famosos e internacionales protagonistas a un aguerrido y veloz piloto que dejó más que bien puesto el nombre de Chile.

16 de Mayo de 1975, debut de los Fiat IAVA

Investigación de Rodrigo Velasco.

La gran jornada mecánica internacional del 16 de Mayo de 1975, debut de los Fiat IAVA Argentinos en el autódromo Las Vizcachas. Actuó de “Pace Car” esa tarde un espectacular Fiat Bertone X 1/9 facilitado por la Concesionaria Fiat de los Bengolea.

Emilio Fernandez y Joaquin Riquelme hacen historia en el JWRC

Hoy concluyó la celebración de uno de los Rally más icónicos del mundo, el de Suecia.

Con mucha nieve y hielo, generalmente es dominado por pilotos nórdicos, acostumbrados a superficies tan difíciles como esas. La versión de este año fue especial para nosotros, ya que hubo presencia chilena, nada más y nada menos que un ex piloto del CASV: Emilio Fernández.

El joven chileno compitió en la categoría JWRC (Junior World Rally Championship) que reúne a pilotos menores a 27 años. Emilio jugó una gran actuación finalizando en la 7° posición de la tabla general y convirtiéndose en el primer chileno en ganar una etapa de una fecha de Rally Mundial.

Nuestros pilotos dan que hablar en tierras europeas, abriendo camino para lo que podría ser una próxima fecha del Rally Mundial en Chile.

¡¡Felicitaciones a Emilio y su navegante Joaquín Riquelme!!

Visita al Salón Retromobile en París

Fotos y texto por Ricardo Kobler

Aunque prevalece el mal tiempo en Europa, y nieva copiosamente, el estado de las carreteras y por sobre todo la prudencia y el respeto entre los conductores, me permiten mantener un promedio de velocidad por sobre los 100 kph, lo que se traduce en un viaje en auto de alrededor de 7 horas y media para recorrer los 738 Klms. que separan mi punto de origen en Gotzis Austria con  la ciudad de Paris, más específicamente el Porte de Versailles, donde se realiza este año Retromobile,  la ya famosa feria francesa del automóvil clásico.

Mientras espero la hora de apertura, ya formando una fila, me doy cuenta que  la cantidad de visitantes cada jornada es tan elevada como lo sería la de un recital de algún famoso artista de moda!

Faltando 15 minutos para el momento en que se abran las puertas, la aglomeración de público es tal, ya casi es molesta, que  los organizadores se saltan el protocolo y quitan entre varios, casi en un solo movimiento todas  las barreras que nos separaban hace un instante de las puertas del centro de eventos. Fue como sacar el tapón de la tina!!

No obstante llama la atención el respeto y el cuidado entre la gente al avanzar, no hay empujones ni urgencia desmedida.

Una vez dentro, el espacio se abre en dimensiones enormes!

Los colores lo llenan de acción y movimiento!

Me recibe de lleno el stand de “Bosch Classic Service” con una espectacular Pick Up Volkwagen de fin de los cincuenta en colores amarillo y rojo, con un toldo que luce la inconfundible bujía de la marca!

Los pasillos son interminables y hay que organizarse en una suerte de “operación peineta” para no dejar de ver ningún stand!

Aunque Retromobile tiene la fama de ser la feria más cara (para comprar), eso hace que en consecuencia, se presenten los exponentes más finos y especiales del mundo de los clásicos!

Tanto los coleccionistas/revendedores de piezas y partes exóticas como los más prestigiados “dealers” de clásicos de alta gama quieren estar aquí!

No hay muchos otros lugares donde le sea a uno posible no solo ver  sino que  comprar  por ejemplo,  mascotas de radiador tan especiales como las Lalique de cristal de los años 20/30.

Lo mismo sucede con los autos!

Ver en calidad de “venta” 15 Ferrari Short Wheel Base en un solo recinto, O poder elegir entre 4 Mercedes 300SL Gullwing de los colores más llamativos de la paleta original! …..es algo que solo  Retromobile hace posible!

Me acerco al sector donde exponen los artesanos, y llega a sobrecoger la maestría con la que, por ejemplo, una pequeña empresa francesa reproduce los “panales” de radiador más extraños, especiales y escasos de los 10 primeros años del siglo veinte. Un par de metros más allá una empresa inglesa repara y reproduce llantas de radios y sujeción central con aro de aluminio!       Con  ese nivel de terminación que solo los ingleses saben mostrar. En el suelo, una llanta especialísima,  de doble rueda, dos neumáticos angostos siameses, fabricada especialmente para el museo Audi para ser montada en la última restauración de un Autounion tipo D de competición de los años treinta para “trepadas de montaña”!

En el sector destinado a los miniaturistas,  artesanos capaces de reproducir cualquier modelo de auto en miniatura, a un nivel de perfección difícilmente comprensible, es posible encontrar los modelos más exóticos,  únicos,  o que simplemente el auto real ya no existe, y llevarse algunos  hasta el living de tu casa, por….unos cuantos miles de Euros!!!

Me llama la atención la cantidad de gente que sube por las escaleras mecánicas a un segundo piso que muestra un gran cartel “restaurant”!

Al subir la escalera me doy cuenta de lo mucho que he caminado ya desde mi llegada!

Me siento como si me fuera a desarmar a partir de las caderas!

Una vez arriba me doy cuenta de que no solo alberga un enorme autoservicio de comidas,  sino que además el espacio duplica la misma extensión del piso inferior! Acá arriba se encuentran todos los clubes de las distintas marcas de autos!

Están desde Peugeot hasta Facel Vega, pasando por Delage, Gordini, Alpine, y tantos otros míticos nombres franceses! Cada uno con un exquisito exponente de la marca en exhibición!

Aunque en mi opinión, la guinda de la torta está representada en Retromobile por la gran cantidad de autos de carrera históricos. Desde monopostos de pre y post guerra, hasta sport prototipos de distintas épocas,  muchos de ellos vencedores en Le Mans, en Spa, o los mil kilómetros  de Nurburgring! Un verdadero festín a la vista!

Es tal el énfasis en los autos de carrera históricos que la propia organización de las 24 horas de Le Mans, participa con un stand, y cada año cambia el periodo que representa a través de uno o dos autos en exposición e incluso una o dos modelos vestidas ad hoc con el  periodo!!

En resumen una experiencia que vale la pena!

Un evento imperdible para el que le guste ver lo mejor de lo mejor de lo mejor en autos clásicos y el mundo que gira a su alrededor!!

La gran Aventura del Siglo XX – Buenos Aires – Caracas

Reportaje de Autoveloxmagazine.com

En 1948, de la mano del Automóvil Club de Argentina (ACA) se celebró lo que sería una de las carreras más largas de la historia del automovilismo mundial, el Gran Premio América del Sur o popularmente conocido como la “Buenos Aires – Caracas”.

Las cifras son monumentales: Alrededor de 15 mil kilómetros y 170 horas de carrera entre las dos grandes etapas que se corrieron. El miércoles 20 de octubre de 1948 se iniciaba la primera etapa rumbo a Salta desde Buenos Aires, y 3 semanas después, el lunes 8 de noviembre la carrera arribaría a Caracas en Venezuela. La segunda parte, tomaría pie el 11 de Diciembre en la capital de Perú, rumbo a Buenos Aires vía Santiago de Chile.

Fotografía perteneciente a la colección del Museo Histórico Nacional.

141 pilotos inscritos, 118 de ellos fueron argentinos, 7 chilenos, 7 peruanos, 5 bolivianos, 3 venezolanos y 1 uruguayo. Heroísmo, política, tragedia, polémica y por sobre todo, mucha velocidad, fueron los ingredientes que marcaron esta carrera que prácticamente unió a Sudamérica en un evento único.

Por reglamento la carrera debió dividirse en 2 grandes tramos, el primero de ellos iría desde Buenos Aires rumbo a Caracas, pasando por Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. De vuelta, la salida sería desde Lima hacia Buenos Aires en 5 etapas, pero esta vez, la carrera pasaría por Santiago de Chile.

Los más importantes pilotos a nivel sudamericano integraron los inscritos, entre ellos Juan Manuel Fangio, Óscar Gálvez y Domingo Marimón. Según el extracto 14º del reglamento de la competencia era “libre para participar con automóviles de cualquier fuerza y cilindrada, quedando exceptuados los vehículos especiales de carrera, Sport y Grand Sport. La carrocería de los vehículos deberá ser metálica y cerrada, del tipo usual de turismo o paseo. […] El Chasis deberá corresponder a la marca del motor inscrito aunque fuere éste de distinto año y modelo de construcción”. Casi la totalidad de los automóviles inscritos eran de procedencia estadounidense y muy tímidamente se asomaba un Nash o un De Soto entre las 141 máquinas, mayormente Ford o Chevrolet.

Fotografía perteneciente a la colección del Museo Histórico Nacional.

 

Todas las etapas se largaron en el orden que terminaba la tabla general, y la primera largada se ordenó de acuerdo a los títulos obtenidos por los pilotos dentro del territorio argentino. Aquello supuso un gran error en el reglamento, ya que el corredor que adelantaba a otros, lo debía volver a hacer en la etapa siguiente, hasta superarlo en la tabla general.

Fangio era quizás el corredor con la mayor presión por ganar la carrera. A pesar de que  aún no pasaba a la historia por sus victorias en Europa, era el volante más destacado en esta parte del mundo.

La primera etapa, la más larga de toda la carrera, llegaría hasta la ciudad argentina de Salta, a unos 1600 km de Buenos Aires. La etapa dejó un saldo de dos espectadores muertos y alrededor de 40 abandonos, la gran mayoría por volcamientos en el camino. Oscar Gálvez se quedaría con la primera etapa con una ventaja de apenas 2 minutos sobre Domingo Marimón. La primera etapa fue la más brutal de esta parte de la carrera, al tener mayormente caminos pavimentados el ritmo de los pilotos fue siempre a fondo, se registraron varios choques y un promedio de velocidad de 121 km/h. El chileno Lorenzo Varoli en una impecable presentación quedó en el 4º lugar, mientras que Bartolomé Ortiz finalizaba 10º.

Las dos siguientes etapas se quedaron en poder de Oscar Gálvez, ya en territorio boliviano. El primero en destronarlo fue Juan Gálvez (hermano de Oscar) que se quedó con la etapa de Potosí-La Paz con 6 Horas 44 minutos y 10 segundos para los 543 km de recorrido. Durante la segunda etapa Julián Elguea y su copiloto, ambos argentinos, perdieron la vida al caer por un barranco de unos 1200 metros en la cordillera.

MUSEO HISTÓRICO NACIONAL

Hasta la llegada a Potosí en Bolivia, el chileno Lorenzo Varoli ostentaba un fantástico quinto puesto. Fangio, retrasado en el puesto 43, tuvo problemas mecánicos desde la primera etapa, pero reapareció en la quinta etapa desde La Paz hasta Arequipa quedándonse con el triunfo.

En la sexta etapa, Lorenzo Varoli rozaría el podio en el 4to lugar de la tabla general a 53 minutos del tercero, Domingo Marimón. En la Séptima etapa ocurrirían dos hechos importantes: Varoli abandonaría y Juan Manuel Fangio tendría el accidente más importante de su carrera falleciendo su copiloto.

El inicio de la 7ma etapa sería complejo debido a la revuelta social en Perú, el llamado “pronunciamiento militar” estaba en el aire y los pilotos fueron obligados a largar de madrugada desde Lima. El cansancio acumulado le pasó la cuenta a Fangio, encandilado por paredes blancas de un pueblo reflejando sus luces, siguió de largo en una curva, dando varias vueltas de campana y provocando que su copiloto saliera despedido del auto, provocándole la muerte. Fangio declaró que Daniel Urrutia, su copiloto, jamás trababa las puertas, hecho que provocó la gravedad del accidente. Fangio se salvó por tener jaula de seguridad (era la primera vez que la utilizaba). Eusebio Marcilla dejó la carrera para llevar a Fangio y a su copiloto al hospital, esta acción le valió el título popular de “El caballero del camino”, poco después Marcilla retomaría la carrera con varias horas de retraso. Aquel accidente hasta el día de hoy está en la memoria de los fanáticos.

Se especuló con que Oscar Gálvez había golpeado el auto de Fangio, pero no fue así. Gálvez vio que Fangio siguió de largo volcando, frenó bruscamente volcando también a un lado del camino, pero sin lesiones. Gálvez fue el primero en asistir a Fangio.

Al llegar a Tumbes, el chileno Bartolomé Ortiz se asomaba en un sorprendente 7mo puesto, otros chilenos como Eduardo Della Magiora se ubicaba 27º, Alberto Fouillioux 36º y Joaquín Salas en el lugar 50º de la carrera.

Durante el paso por Ecuador, saliendo de Quito, otro accidente enlutaría la prueba, el argentino Víctor García se quedaría sin frenos, arrollando a un grupo de espectadores mal ubicados, el resultado, un muerto y cuatro heridos graves.

Oscar y Juan Gálvez se disputarían los triunfos entre la etapa novena y undécima, en su mayoría promediando los 100 km/h y en la más difíciles apenas los 60 km/h. Bartolomé Ortiz caería hasta la posición 27º seguido de cerca por Alberto Fouillioux en el 30º puesto.

Oscar Gálvez se había quedado con la penúltima etapa y todo parecía cerrado, estaba liderando con más de 2 horas de ventaja sobre su hermano Juan y el tercero, Domingo Marimón se encontraba a 5 horas. Juan Gálvez tuvo problemas en la útlima etapa y Oscar lo ayudó, esto causó estragos en su Ford, lo que definiría la carrera. Oscar se quedó en el camino y la conmoción del público no se hizo esperar. Era el piloto más nombrado y hubo público hasta que llegó Oscar, mucho después de que llegara el último piloto. Galvez llegó remolcado y con el motor frío, cruzó la meta y su llegada no fue registrada. El reglamento no permitía que cruzaran la meta remolcados. Oscar Gálvez era el ganador moral de la carrera, pero la perdía frente a Domingo Marimón en una justa descalificación.

MUSEO HISTÓRICO NACIONAL

La frustración llevó a Oscar Gálvez a enviar un telegrama a Domingo Perón, presidente de Argentina, el que ofuscado contestó que se cumplieran las leyes. Oscar Gálvez no aceptó su derrota.

Domingo Marimón se quedó con la “Buenos Aires – Caracas” con un tiempo de 118 Horas y 37 minutos. Los chilenos, Bartolomé Ortiz finalizó en el puesto 28º, Eduardo Della Magiora en 29º lugar y Alberto Fouillioux 33º, Joaquín Salas había abandonado antes de llegar a Caracas.

La segunda parte del Gran Premio sería totalmente independiente de la primera. Las clasificaciones generales, los premios y las inscripciones eran totalmente independientes. 79 autos tomaron parte en la largada de Lima. Muchos de los corredores volvieron por sus propios medios desde Caracas, acumulando en los autos una cifra que rondaba los 15 mil kilómetros de recorrido antes de la largada en Lima.

Desde Lima hasta Buenos Aires, habrían 5 etapas y un recorrido de 4833 kilómetros. Esta parte de la carrera, aunque mucho más corta, sería más brutal que la anterior. Los caminos de mejor calidad y los casi nulos trayectos de montaña, permitirían a los pilotos circular a velocidades cercanas a los 170 km/h y superando con creces el promedio de los 100 por etapa.

Los mismos 6 chilenos que largaron en Buenos Aires, tomarían parte en esta carrera, Emili Karstulovic, Lorenzo Varoli, Eduardo Della Magliora, Joaquín Salas, Alberto Fouillioux y Bartolomé Ortiz conformaban el pelotón.

Entre Lima y  Tacna se recorrieron 1400 km y el cruce de la cordillera hacia Mendoza no sería en competencia, las tripulaciones fueron transportadas en Ferrocarril para cruzar la frontera.

La primera polémica ocurriría a la salida de Lima, donde Lorenzo Varoli denunció un sabotaje en la salida, lo que se diluyó con la misma petición de Varoli de olvidar el incidente. La tragedia no estuvo ausente, el argentino Héctor Suppici falleció en un accidente durante la segunda etapa de la carrera, entre Arica y Antofagasta. Al llegar a La Serena, falleció Angel Bertello, copiloto de Adolfo Mujica después de volcarse y terminar en un trigal.

El ganador de la etapa anterior, Domingo Marimón, abandonó antes de llegar a Copiapó, quedando la carrera libre para que Oscar y Juan Gálvez se disputaran el trofeo con tranquilidad. Oscar Gálvez se quedaría con las 3 primeras etapas y su hermano Juan con las 2 restantes, Siendo Oscar el gran ganador de la competencia con un tiempo de 47 horas y 20 minutos, a un promedio de 102 km/h.

Entre los chilenos, Bartolomé Ortiz dejó la carrera en la segunda etapa, Joaquín Salas y Lorenzo Varoli abandonaron durante la tercera etapa y Eduardo Della Magiora en la quinta etapa. Emilio Karstulovic finalizaría en el 24º puesto mientras que Alberto Fouillioux  arribó 36º, siendo el único piloto chileno en recorrer el Gran Premio de Sudamérica completo, con un tiempo total de 217 horas y 3 minutos al volante de un Ford. Sólo 26 pilotos lograron recorrer el Gran Premio completo.

Esta gran carrera unió a los pueblos de Sudamérica en un evento sin precedentes y que hasta el día de hoy no se ha vuelto a repetir con tal repercusión social. Ninguna gestión o reunión diplomática logró relaciones entre países como lo logró el Gran Premio.

La coordinación internacional, la organización, y la colaboración entre los países que recibieron la carrera, fue sin igual en la historia. Las características de este gran premio, hicieron que se escribieran historias que no terminaríamos de contar, muchos pilotos largaron con “un auto completo” de repuesto en el maletero, y los apoyados por las marcas, recibían en la ruta a través de cajas lanzadas desde aviones, los repuestos necesarios para reparar sus automóviles.

Los volcamientos fueron comunes, decenas de pilotos daban vueltas y quedaban cabeza abajo, conseguían volver a poner el auto sobre ruedas y seguían corriendo, sólo la destrucción total los dentenía. El mismo Fangio cambió la corona del diferencial poco después de largar en Buenos Aires, hoy es algo absolutamente descabellado y alejado de la realidad. Muchos pilotos cambiaban pistones, bielas, cajas de cambio, etc. Todo en la ruta, sin un equipo o un parque de asistencia.

Autos con sólo frenos de tambor, neumáticos normales, suspensiones estándares, para competir en caminos sin pavimento, mucha roca, tierra, cuestas y rutas apenas rasgadas en paisajes inhóspitos, a través de la pampa, la cordillera, la selva, el desierto, sin comunicación, sólo dependiendo de la solidaridad de la gente en los pueblos y la propia voluntad de los otros pilotos en la ruta. No había un camión que les siguiera, sólo eran gladiadores locos y soñadores, esperanzados en la aventura del siglo, pisando el acelerador sin estrategia y sin cuidado, era el todo por el todo.

No había carreteras que ignoraran los pueblos, el automovilismo cruzó los países a través de los pueblos, a través de la gente, que vivió el Gran Premio desde la salida de sus casas. Cachiyuyo, Incahuasi, Tres Cruces, Los Hornos, Teatinos, fueron pueblos que en Chile escucharon el tronante paso de los valientes pilotos.

Por Guillermo Zúñiga

El éxtasis de la Fórmula E en Chile

Hoy 3 de febrero, es un día que recordaremos siempre. Tuvimos la oportunidad de cumplir un sueño, algo que muchos nunca imaginamos ver en Chile.

El Gran Premio de la Fórmula E trajo lo MEJOR del automovilismo mundial a nuestras calles, luego de más de 50 años de la última carrera en las calles de nuestra capital que pudiera tener el honor de llamarse Grand Prix.

La mezcla de sensaciones es muy difícil de transmitir, pero vivir la carrera en el circuito, fue algo que erizó los pelos de todos, cuando se encendieron los semáforos verdes y el público ovacionó la largada. Familias completas, aficionados, y todo a quel que se interesó en la carrera, sin distinción de color o condición social, sonaron al mismo tiempo, celebrando una actividad que convocó a la familia y a la unión social que hace muchos años no se dejaba ver por Santiago.

Hoy el automovilismo mostró una cara que no se borrará de la memoria colectiva, hoy comprobamos que las tuercas están en el ADN de los chilenos y que la negatividad mostrada previo a la carrera, fue sólo un pincel de agua en una tela que coloreamos hoy gracias a la Fórmula E.
Hoy despertó un sentimiento en la gente, un interés que debemos saber tomar, la Fórmula E inició un proceso en el que toda la familia tuerca chilena, debe continuar.

Jean-Eric Vergne es el ganador del primer Gran Premio de Formula E en Chile. A pesar de que mantuvo la punta casi toda la carrera, la gran clase de la categoría dio un espectáculo que la misma organización calificó como de los mejores en los 4 años de existencia.

Hoy los pilotos se sorprendieron luego de su espectáculo, no imaginaron el nivel del público, Nelson Piquet en entrevista con nosotros, comentó “estoy sorprendido, no relaciono todo lo malo que se dijo sobre nosotros con lo que vi hoy. El público fue increíble, están al nivel de México, que tienen una afición fantástica y de las mejores a nivel mundial”.
Fue muy difícil dar un enfoque a esta nota, son muchos los temas que se deben comentar. Por un lado, la carrera fue increíble, por otro, el circuito fue muy técnico y alabado por los pilotos; por un tercer lado, sucedió algo histórico, seguramente, habrán segundas y terceras partes de este relato.

Que el VIVA CHILE del podio de hoy, se transmita a todos, estamos orgullosos de lo sucedido hoy y es tarea nuestra hacerlo vivo en cada uno de los chilenos, para así, devolverle el puesto que nunca debió perder el automovilismo chileno.

SONY DSC

¿Qué puede pensar un piloto profesional acerca de los autos de carrera clásicos del Campeonato Histórico de Velocidad FOUR B?

El Campeonato Histórico de Velocidad FOUR B está viviendo por dentro la mayor fiesta motor que se ha realizado en el país en las últimas décadas.

¿Como se complementan los autos clásicos y los ultra modernos eléctricos?.¿Qué puede pensar un piloto profesional acerca de los autos de carrera clásicos del Campeonato Histórico de Velocidad FOUR B?

Nick Heidfeld, piloto profesional con una nutrida carrera, gran paso por la Fórmula 1, Campeón del World Endurance Championship y hoy protagonista en la Fórmula E, se tomó el tiempo de conversar con nosotros y darnos sus impresiones en el video que dejamos a continuación:

«Si, disfruto mucho los autos clasicos, tengo algunos propios, asi que ver estas imagenes es muy lindo, creo que es genial que pueden correr muy rapido, pero personalmente a veces se me hace dificil ver un auto clasico, autos hermosos, que son para mi obras de arte enviadas a trabajar y correr muy fuerte. Pero por otro lado, es mucho mas lindo tener esto, a que los autos esten escondidos en algun garage donde los espectadores no puedan verlos.».

¿Los vehiculos de hoy en dia son mucho mas complicados, hay muchas diferencias entre los autos clásicos y los actuales, que es lo que prefieres para correr, con ayudas como autos nuevos, direccion asistida, de frenaje ó mas auto clasico, mas crudo?

«Ambos me gustan, ademas siempre es así, cuando algo nuevo aparece, siempre habrá gente mirando en otra dirección, sabes, algo que puede parecer un poco viejo, 4, 5 años, en 20 años más la gente dirá que geniales eran en ese entonces, asi que cada era tiene algo especial para disfrutar.»