Antonio Caliri. Un legendario piloto italiano avecinado en Chile
Por Rodrigo Velasco.
Seguramente pocos chilenos contemporáneos habrán oído hablar del piloto italiano Antonio Caliri, de destacada trayectoria internacional y maestro de volantes nacionales de antaño, quien llegó a radicarse en nuestro país, a fines de la década del veinte.
Caliri había logrado fama corriendo en monopostos Bugatti (*foto 1) en su Italia natal, donde obtuvo importantes victorias, como que fue el brillante ganador de la Copa Messina en 1927, competencia de Grand Prix válida por el campeonato del mundo que se corría en la isla de Sicilia, días después de la famosa Targa Florio; carrera en la que también tuvo destacadas actuaciones(* foto 2). En 1926 había logrado el 10° lugar en esta agotadora prueba que recorría toda la isla italiana, piloteando un Bugatti T37. Antonino Caliri (como era conocido en su país natal) corrió después en el veloz modelo Bugatti T35, con supercargador, con el que participó exitosamente en el Gran Premio de Bologna y en el Gran Premio de Montenero (*foto 3) en 1927. En este último obtuvo un valioso 9° puesto. Su espectacular triunfo en el Gran Premio de Messina, donde se midió con los mejores pilotos de Europa, era sin duda su mejor carta de presentación.
La llegada de Antonio Caliri a nuestro país constituyó un gran aporte para nuestros pilotos, ya que dada su vasta experiencia internacional fue un verdadero profesor para muchos de ellos, ganándose el aprecio y la admiración de destacados volantes criollos que fueron sus discípulos, como los famosos campeones Aladino Azzari y Óscar Andrade. El italiano se sintió muy a gusto en estas tierras, y se quedó definitivamente a vivir en Chile donde dejó su descendencia.
Hubo unanimidad entre los cronistas de entonces -la época en que se iniciaba el automovilismo de velocidad en Chile- en que el primer coche verdaderamente de carreras y que realmente “corrió fuerte” fue el Studebaker (* fotos 4 y 5) que introdujo el piloto italiano Antonio Caliri en el trágico Circuito Sur de noviembre de 1929. “La aparición de ese tipo de Studebaker fue un salto muy grande en el automovilismo deportivo” se escribiría, ya que partió en el último lugar y alcanzó a pasar a una veintena de competidores antes de volcar, alcanzando a quebrar el record de la vuelta, que se mantuvo vigente por varios años. Con el mismo Studebaker, Caliri venció luego en reiteradas oportunidades en el Kilómetro Lanzado y en varias otras competencias, constituyéndose en el piloto más veloz de esa era.
Posteriormente, Antonio Caliri diseñó junto a Oscar Andrade el automóvil que llevaría su nombre y que rompería todos los récords de velocidad a nivel latinoamericano: el famoso “CALIRI SPECIAL” (* foto 6) con un motor de avión de 12 cilindros. Con este potente coche Andrade logró una velocidad de 219 k/h en el camino de Santiago a Puente Alto, en el año 1935, con lo que se convirtió en el primero en batir la barrera de los 200k/h, la que en ese entonces se creía imposible de quebrar.
Antonio Caliri siguió involucrado en el automovilismo criollo, desarrollando autos y compitiendo en carreras por muchos años más, de manera que no solo dejó su sello en el deporte automovilístico chileno, sino que forjó una serie de pilotos que siguieron sus pasos y dejaron huella en la historia deportiva chilena.