Sin fines de lucro - Rescatando el patrimonio de Chile

La cuarentena, el Weber y yo

En cuarentena, jugamos al backgammon, si, es entretenido, los dados. Al cacho, también, hay que “ blufear”. El Bridge, sin dudas, memorizando las 52 cartas. ¿Pero que pude igualar al placer de desarmar el carburador Weber de tu auto de carreras, sentado en una mesita en un rincón de tu casa, bajos los ojos atónitos de tu mujer ?

Las cornetas, que magia, por ahí se escucha el ruido del motor y los pulsos que nos pegan en el pecho y qué, de esas fichas que al abrirse nos impulsan como cohete, luego los venturis, más tarde los voy a pulir y el “avión”, precioso artilugio de estos carburadores. Sigo adelante, me paro a buscar los desatornilladores pequeños, ahora sacamos los tubos emulsionadores, llenos de pequeños orificios … es imposible no preguntar ¿ quien habrá inventado todo este intrincado circuito de aire y bencina?

No escuchamos a nadie… a pesar del evidente traqueteo de la casa… estas partes y piezas nos han transportado a nuestro Shangri – La, a la pista de carreras… acelerando en nuestra imaginación, el Weber responde, empuja, aúlla … somos libres y ya nada nos hace falta.

“A comer” escuchamos a lo lejos … tenemos que volver… pero con la recompensa que el Weber nos espera… antes que me reten, por qué hay que sentarse a la mesa en familia, les envío un abrazo a todos los pilotos y amigos de las carreras, en la seguridad que ningún virus nos puede distanciar.