Mecánicos y Preparadores: la carrera que no se ve
Para la mayoría de los fanáticos de las carreras, el automovilismo se desarrolla en la pista con el semáforo en verde y luego finaliza con la acostumbrada bandera a cuadros. La realidad es muy lejana a eso, para un equipo, las carreras duran semanas, incluso después de la prueba misma.
Poner un auto en pista, que esté en sintonía con su piloto, es un arte extremadamente complejo, que muy pocos llegan a entender en su totalidad. Hay un largo periplo antes de poder poner a esas ruidosas máquinas deslizarse sobre el pavimento a altas velocidades, generalmente, por periodos cortos de tiempo.
En una carrera, no sólo es el piloto y su auto, hay un grupo de personas detrás que hacen posible esa explosión de adrenalina. Hay que partir del concepto que un auto de carreras es la versión extrema de lo que conocemos como automóvil, todo debe funcionar sin holguras y a la perfección, el “todavía le queda” o, “todavía aguanta”, no tiene lugar en un auto de carreras.
Buscar cada detalle y que todos los componentes mecánicos logren funcionar a la perfección a alta velocidad, es un verdadero arte que debe ser estudiado y aprendido con una filosofía mucho más allá que la de un trabajo común. Quienes logran dominar ese arte, lo hacen con pasión, dejando atrás una vida normal, y tomando lo que para muchos sería un trabajo-tortura.
En el camino hacia las 3 horas Internacionales de Temuco, el desafío se pone aún más cuesta arriba, los autos no deben romperse durante 3 horas. Sistemas de suspensión, transmisión, frenos, electrónica y motor, deben ser revisados, probados y vueltos a revisar. Fabricar piezas, importar repuestos, reparar, armar, configurar y probar, puede tomar semanas completas de trabajo, y no en un horario “laboral” … el objetivo hay que lograrlo sin importar el costo: el equipo tiene su propia carrera y su propia meta.
Luego de la 7° fecha del Campeonato Histórico, los equipos vuelven a sus garajes, con el resultado de la carrera ya casi en el olvido, y pensando en el día siguiente para desarmar y buscar perfeccionar hasta en el último rincón. Muchas personas piensan que un auto de carreras sólo toma un par de días, y que, al ser una competencia amateur, es prácticamente un hobbie que toma unas horas más de las que se ven en pista: Error.
Con 1 mes por delante, cada día y hora cuenta. Después del chequeo y cambio de repuestos, viene la configuración y solución de pequeños detalles, los que, junto a las pruebas, siempre llegan a concluirse unos minutos antes de emprender el viaje hacia el autódromo. En un garaje de carreras, nada va de acuerdo al cronograma… generalmente no hay cronograma, los autos de carrera son bestias feroces, que no sabes cómo van a reaccionar.
Ya en la pista, probando surgen más detalles, y más elementos para configurar, temperaturas que a veces no parecen normales y las preocupaciones de no romper nada antes de la carrera… a veces un pequeño perno, puede dejar al equipo completo con su trabajo inutilizado. No hay descanso en el circuito, tampoco hay tiempo para contemplar; sólo te das el tiempo de comer cuando el cuerpo te lo pide y vuelves a tu propia competencia de equipo: el auto debe funcionar.
Durante la carrera, uno podría pensar que, con el auto en pista, ya no hay nada que hacer, pero es al revés. Has dejado tanto en esa máquina, que no lo pierdes de vista, preguntándote constantemente si estará todo bien. Hay que estar presente, ante cualquier emergencia cada segundo es vital… con suerte comes y bebes si alguien te trajo algo.
Viene el auto a pits, todo el equipo ayuda, preguntan, se comunican con el piloto, chequean todos juntos, se carga combustible y se larga de nuevo a la pista, sin dejar de mirar el reloj. La misión se está cumpliendo, y aún mejor si el ritmo es bueno para conseguir un lugar en el podio. Sí, un triunfo sería importante, pero no es lo más… la sonrisa del piloto y el espíritu de la competencia, son el trofeo más buscado por todos. Terminar la carrera sin problemas, y con nuevos desafíos por superar, son las recompensas más grandes que se buscan.
El automovilismo no se puede vivir desde dentro sin ese dejo de locura, que no te permite encajar en la normalidad. Debe haber pasión, porque lo importante no es trabajar, si no, cumplir la meta y a la vez, disfrutar de ello junto a tus iguales.
Las 3 Horas Internacionales, dejan en pista el máximo sudor de todos, constituyen el desafío más grande del año para los equipos y pilotos, donde se superan las pruebas más complicadas y lejos de casa.
Yo podría decir que es una carrera mística donde no sólo las máquinas se ponen a prueba, también las habilidades humanas, no tan sólo las duras, sino que también las blandas. Sí, me refiero a que las personas deben “funcionar”, el equipo debe ser un reloj de engranajes. Un auto de carreras no se sustenta en su propia mecánica, se sustenta en la mecánica de relaciones humanas y personas trabajando en conjunto para un fin.
Se podría decir que, hasta esta parte, me he olvidado de los pilotos, pero no, son uno más en el equipo.
Ojo que no todo es alegría, hay decepciones y amarguras, pero son parte de un juego que quieres volver a jugar. La larga y compleja carrera interna que se vive para llegar a una fecha como las 3 Horas Internacionales, es muy difícil de plasmar en un texto, pero que con esta pincelada, algo más se puede entender.