Quizás esto permitió tribunas llenas, pero nunca al nivel generado en Santiago.
En temas de organización, el mayor punto a favor fue la tremenda agilidad con que la asistencia en pista funcionaba. Autos destrozados eran retirados en sólo un par de minutos, permitiendo que el cronograma fluyera increíblemente bien. Se notó una organización local con experiencia y seriedad. La infraestructura aledaña del circuito restó puntos. A pesar de tener un increible fondo de playa, las instalaciones no lucían tan bien como en Santiago y por sobre todo, las instalaciones de prensa fueron muy superiores en Santiago.

EL E-Prix en Punta del Este tuvo una cobertura de prensa menor, no habían más chilenos además de nosotros, pero medios internacionales mantenían su presencia como en lo ocurrido en Santiago.

Hoy se notó aún más la fusión de la ciudad con el circuito, los locales disfrutaron desde los balcones y los expectadores alternaban la actividad tuerca con la playa.

Esta gran experiencia, al lado de un circuito que, guardando proporciones, se considera el «Mónaco de Sudamérica», Santiago no tiene nada que envidiarle. Sí, hay cosas que mejorar, como por ejemplo un trazado con un asfalto más regular o algunos detalles de organización, pero también hay que reconocer que tenemos elementos que debemos valorar y destacar. Nuestra impresión es que el Santiago E-Prix tuvo un nivel notable, muy en línea con la actividad top a nivel mundial, lo que debería impulsarnos a adoptar la carrera en cualquier lugar donde se realice, el beneficio es mutuo, todos ganamos de alguna forma.

Hasta aquí, cerramos un capítulo importante, saliendo de nuestras fronteras para atesorar lo que tenemos y lo que podemos lograr. Volvemos a Chile con experiencias que nos harán crecer y levantar nuestro automovilismo chileno.