La historia perdida del Circuito Los Domínicos
Extraído de Autoveloxmagazine.com
Al igual como se desarrolló la historia del automovilismo mundial, se desarrolló en Chile. Primeramente con carreras en caminos abiertos, luego en autódromos improvisados en calles (circuitos callejeros) y por último en autódromos cerrados.
El Circuito Los Domínicos fue una fuerte transición entre las carreras callejeras y el automovilismo “más profesional”. Emplazado en calles pavimentadas que sólo rodeaban chacras y plantaciones agrícolas, muy distinto al paisaje de hoy. La tranquilidad de no haber residentes, una relativa cercanía y un tráfico prácticamente inexistente, le dieron vida a un grupo de calles como el autódromo más concurrido de Chile durante sus años de actividad. Sólo la llegada de la urbanización sepultó sus posibilidades de seguir viviendo.
Los Domínicos está presente de forma muy nítida en la mente de muchos fanáticos, sobre todo aquellos que alguna vez lo utilizaron para carreras clandestinas, que eran muy comunes. La institución de automovilismo más importante de aquellos años, la AVOCH (Asociación de Volantes de Chile) junto con el Automóvil Club de Chile, organizaban competencias oficiales de forma constante.
El Circuito Los Domínicos nunca fue un recinto propiamente tal, sólo era un trazado sobre calles de uso normal y abiertas a público la mayor parte del tiempo, tan así que hoy se mantienen en el mismo lugar y con el mismo uso público.
Emplazado en la Comuna de Las Condes, en Santiago, la recta principal era el llamado “Camino Las Flores”, un impresionante camino en bajada de casi 1.100 metros de longitud. A partir de esta recta se formaron dos trazados que se corrían a favor o en contra de las manillas del reloj.
El primero de ellos y el más usado, bajaba con El Camino Las Flores hasta una rotonda en intersección con El Camino Del Algarrobo, que era prácticamente una recta con cierto grado de curvatura, con una extensión de 1 km, la que finalizaba con una brusca horquilla para tomar subida el “Camino El Alba” que comenzaba con una curvatura hasta convertirse completamente en recta, con una extensión de 1,3 km. La sección de Camino El Alba terminaba en una curva a 90º, siendo quizás la más compleja del circuito, ya que el ancho del camino era menor al salir de la curva y entrar en “Camino Otoñal”, sección de 700 mts antes de llegar nuevamente a la recta principal.
Con poco más de 4 kilómetros de extensión, este fue el primer y más usado de los trazados de Los Domínicos.
El grado de inclinación del Camino Las flores, es bastante significativo, por lo que era común ver autos despistados o accidentados cuando se competía en dirección poniente. La frenada al final de esta tremenda recta y la exigente curva por dentro de una rotonda, la hacían una curva muy técnica.
El segundo trazado, también se componía por la recta de 1.1 km de Las Flores, pero la dirección era hacia la Cordillera, tomando la primera curva de 90º hacia el norte por Camino Las Flores, formando un curvón hasta toparse con Camino La fuente y formar un chicane. Esta sección medía 1,2 km. Luego la aventura seguía por Charles Hamilton hacia el poniente, formando una recta curvada de 1,2 km hasta tomar una horquilla en Fray Pedro Subercaseux que formaba un pequeño tramo hasta la rotonda final del Camino Las Flores, la recta principal. Este segundo trazado ofrecía más curvas y un total de 3,8 km de extensión.
La recta del Camino Las Flores en la actualidad
Después de una pausa en 1959, 1960 llegaría con un fondo más humano que sólo carreras de automóviles. El terremoto en Valdivia aquel año tenía al país movilizado con eventos benéficos, y el Circuito Los Domínicos no estuvo ajeno. Tras disponer transporte especial para los eventos, el lugar se repletó con decenas de miles de espectadores, siendo el evento deportivo más concurrido en la historia hasta el momento.
El auge de las carreras en Los Domínicos, se transformó en un lugar de referencia, viendo pasar a competidores como Papín Jaras, Bartolomé Ortíz, Nemesio Ravera, Juan Gac o Eugenio Velasco.
En Los Domínicos también se celebró lo que sería la primera prueba organizada por la Federación de Automovilismo Deportivo de Chile, un intento por centralizar el mando de los más importantes clubes de automovilismo a nivel nacional, esto, casi al final de la Historia de Los Domínicos, ya que por la llegada de la urbanización fue imposible realizar competencias.
Justo en su reemplazo, llegaría el Autódromo de Las Vizcachas a salvar el deporte tuerca, pero nunca volvería a ser lo mismo. El nivel de acceso del público y el hecho de que fuera en un lugar totalmente abierto, facilitaba la llegada en transporte público y la promoción de los Eventos.
Rodrigo Velasco lo recuerda: “como un verdadero lugar de culto de los aficionados tuercas. Tanto es así que era frecuente que los jóvenes acudieran a sus desiertas calles a probar cuánto daban sus autos y a desafiar a correr a los amigos en las noches de fin de semana. Para quieres estábamos entre aquellos corredores clandestinos, el Circuito Los Dominicos vivirá para siempre en nuestras memorias”.
Escrito por Guillermo Zúñiga para autoveloxmagazine.com