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Giulio Foresti El astro italiano que corrio un Grand Prix con bandera chilena

Por Rodrigo Velasco S.

En el Nuevo Mundo, seguramente muy pocos habrán oído hablar de Giulio Foresti. Sin embargo, en Europa el nombre de este pionero y as del automovilismo es muy famoso desde antaño, tal vez desde 1911 cuando sorprendió a la prensa al lograr hacer un raid desde Torino en Italia hasta San Petersburgo en Rusia, a bordo de un coche marca Itala.
Fue tal su fama con esta hazaña que el mismísimo Zar de Rusia compró por su intermedio un auto similar para su uso personal, y le pidió que se lo fuese a dejar, de modo que Foresti repitió el recorrido al año siguiente llevándole personalmente al monarca su flamante Itala, desde la fábrica en Torino hasta el palacio imperial ruso.

En los años siguientes compitió en innumerables carreras piloteando automóviles de las marcas Itala, O.M., Ballot, Peugeot, Schmid, Alfa Romeo y Bugatti. Entre sus muchos éxitos destacan un segundo lugar en las Mil Millas de Brooklands en 1913 (escoltando a Sir Malcolm Campbell); primeros lugares en la Targa Florio de 1921 y en el Gran Premio de Suiza en 1922; tercer lugar en la Targa Florio de 1922; primer lugar en las 24 Horas de Le Mans en 1926 y vencedor también en el Circuito de Pescara en 1928.

Foresti a bordo de su Ballot en el año 1924.

Pero fue en el año 1927 cuando se hizo célebre a nivel internacional por sus intentos de batir el récord mundial de velocidad, lo que casi le costó la vida. Se construyó para tal efecto un auto especial denominado DJELMO (por el nombre del acaudalado noble egipcio que financió el proyecto, el príncipe Djellalledin). Era un estilizado y liviano monoplaza de poco más de 900 kilos, equipado con un poderoso motor de 8 cilindros en línea de 10 litros y 400 caballos de potencia. Con esta máquina infernal Foresti concurrió a la playa de Pendines Sands en Gales, donde habitualmente se hacían pruebas de velocidad dada su suave superficie y larga extensión (6 millas). Allí el temerario astro italiano condujo el bólido en varias oportunidades logrando superar la barrera de los 300 KPH. En el último intento, cuando el coche llegaba a la increíble velocidad de 330 KPH, Foresti perdió el control del DJELMO y se volcó aparatosamente, dándose varias vueltas. El piloto salió despedido por los aires, pero milagrosamente solo resultó con múltiples heridas y con fracturas de mediana gravedad.

Giulio Foresti al volante del espectacular DJELMO.

Esta es la impresionante secuencia fotográfica de la hazaña y accidente de Giulio Foresti y el Djelmo en la playa de Pendines Sands en Gales, en Noviembre de 1927:

Después de una larga convalecencia en Inglaterra, Foresti volvió a las pistas en 1928 logrando varios resultados exitosos, por lo que consiguió ocupar un puesto entre los volantes oficiales de la Escudería Bugatti. En ese entorno, el de las “caballerizas” de los míticos coches pura sangre franceses, el as italiano de la velocidad trabó una gran amistad con el piloto chileno Juan Zanelli, quien ya era un “habitué” del lugar, y que se haría famoso a corto andar manejando también Bugattis. El millonario chileno, gran admirador de Foresti, ayudó anímica y económicamente al italiano para que pudiera recuperarse completamente luego de su grave accidente. Además, le facilitó más de alguna vez uno de sus Bugattis para que compitiera.

Giulio Foresti probando un Bugatti en las afueras de Roma, para el GP Italiano de 1928.

Como se recordará, ese mismo año 1928 el diplomático chileno le había comprado su primer Bugatti Grand Prix al piloto franco-español Pierre De Vizcaya, y más tarde, en vísperas de la carrera para Bugattis disputada en Le Mans en 1929, Zanelli fundió el motor, motivo por el que de inmediato adquirió otro Bugatti Tipo 35C del Barón Phillipe de Rothschild. Con este flamante coche, el chileno sorprendió ganando el Grand Prix Bugatti de Junio de 1929 de punta a cabo, y recibió como premio al vencedor nada menos que otro Bugatti, un Tipo 43. Quedó así Zanelli con tres formidables Bugatti de competición en su escudería privada, los que se caracterizaban por llevar pintado en sus costados una bandera chilena en forma triangular.

Foresti compitiendo en uno de los Bugatti de Juan Zanelli en 1929.

En Julio de 1929 Juan Zanelli queda entre entusiasmado y frustrado luego de obtener un espectacular segundo puesto en el Grand Prix de Francia. Lo que ocurrió es que el chileno iba punteando la carrera, pero por una falla de cálculo, debió parar a repostar combustible, lo que le costó la victoria en manos del francés Phillipe Etancelin. En vista de esta experiencia, Zanelli decide acudir al próximo Grand Prix de la temporada, el de España, con dos de sus autos, de manera que si uno la fallase podría acudir al segundo coche. El reglamento de la época permitía que un piloto cambiase de auto en plena competencia por otro del mismo equipo en caso de que uno se averiase. Invita entonces el chileno a su amigo Giulio Foresti a participar como su escudero en uno de sus Bugatti, y el italiano acepta gustoso.

Parten así Zanelli y Foresti rumbo a España, haciendo equipo como Escudería Zanelli de Chile, teniendo como destino a San Sebastián para correr el gran premio español oficial de ese año. Llevan dos Bugatti Tipo C, los que son pintados con los números 4 y 5, y con los característicos banderines con los colores de Chile en los costados sobre el capot. Los días 23 y 24 de Julio se llevan a cabo los ensayos en el Circuito de Lasarte en San Sebastián, y Juan Zanelli establece tiempos que lo ubican entre los favoritos para adjudicarse el Grand Prix de España. Giulio Foresti, por su parte, logra tiempos más que aceptables que lo posicionan en el grupo de escoltas tras los tres más veloces: Chiron, Zanelli y Phillipe.

Juan Zanelli en 1929.

La largada del Grand Prix de España de 1929: en la primera fila pican los Bugattis de “George Phillipe” (Phillipe de Rothschild) con el N°2, y Juan Zanelli, con el N°4.

El domingo 25 de julio se presenta con mal tiempo y un cielo amenazante sobre San Sebastián. En la primer fila de la grilla de largada se ubican los favoritos: los Bugatti de Louis Chiron (N°1), George Phillipe (N°2), y Juan Zanelli (N°4). Después de una largada electrizante, los tres ases intercambian lugares varias veces y luchan sin darse tregua.

En la segunda vuelta Zanelli pasa frente a la meta en el segundo lugar, para luego adelantar a Phillipe y tomar el liderato en la tercera vuelta; posición que mantendría hasta el octavo giro. A estas alturas, la carrera se realizaba bajo una torrencial lluvia. La temeridad y velocidad del chileno, con piso resbaladizo y escasa visibilidad, lo llevaron a despistarse en una curva, al patinar su Bugatti y hacer varios trompos, estrellándose y dañando la suspensión de su coche. Zanelli sale rápidamente del cockpit y corre hacia los boxes, donde espera el paso de Foresti en el Bugatti N° 5, el que de inmediato le es cedido por el italiano, reincorporándose así el chileno a la competencia. Logra entonces remontar el tiempo perdido volviendo a ubicarse en el grupo de avanzada, pero lamentablemente en la vuelta N°25 su Bugatti de recambio sufre problemas mecánicos y Zanelli debe abandonar definitivamente.

El detalle de la foto del auto de Zanelli con la bandera chilena sobre el N°4.

El Grand Prix es ganado por Chiron seguido de “George Phillipe” (pseudónimo del Barón Phillipe de Rothschild) y Guy Buriat, todos en Bugattis del equipo oficial de la fábrica. No obstante el infortunio, la espectacular carrera realizada por Zanelli es destacada por toda la prensa. Tanto es así, que el diario español La Vanguardia al día siguiente publica el reportaje del gran premio señalando que el gran animador de la prueba fue indudablemente el millonario chileno Juan Zanelli. Se comenta también el hecho de que Zanelli se presentó con su equipo privado de Bugattis, acompañado por Giulio Foresti, enfrentando el “team chileno” de igual a igual a la Escudería Bugatti oficial francesa.

Giulio Foresti en el Bugatti N° 5 con la bandera chilena pintada sobre el motor.

Sin duda un acontecimiento histórico: dos monoplazas Bugatti con la bandera chilena compitiendo en un Grand Prix oficial válido por el Campeonato Mundial de Automovilismo. La labor del astro italiano Giulio Foresti muy encomiable y su excepcional participación defendiendo los colores chilenos muy destacada. Su amistad y colaboración con Zanelli se mantuvo por muchos años más. Foresti culminó su carrera deportiva en las Mil Millas italianas del año 1933, y falleció a la edad de 77 años, en 1965.