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Circuito Sur: La Copa COPEC de 1935

Por Rodrigo Velasco S.

A fines del año 1935, en diciembre, el Automóvil Club de Chile junto a la empresa petrolera nacional Copec organizaron una nueva versión del mismo recorrido entre la capital y Puente Alto, denominándolo Circuito Copec. La pista era la conocida de siempre, la del famoso y tradicional Circuito Sur, con las largas rectas de Camino Santa Rosa y Camino a Puente Alto, y con las peligrosísimas curvas de acceso a ambas ciudades. El recorrido total de la vuelta a la pista era de 38.640 metros. La comisión deportiva y comité organizador de esta nueva competencia los formaban los señores Vasco de Larraechea, Aladino Azzari y Jorge Figueroa. Además, por primera vez en la historia del automovilismo chileno, en esta carrera se aplicó estrictamente el Reglamento Internacional y se puso en uso la señalización con banderas de acuerdo al código internacional de colores. Entre los nombres de los muchos participantes se incluían varios pilotos de prestigio, con triunfos a su haber, tales como Hernán Freitas, Óscar Andrade, Carlos Orrego, José Arana, Rodolfo Gallo, Santiago Lazo, Luis Rodríguez y Antonio Balbi; junto a algunos volantes más nuevos que darían que hablar, como Enrique Humeres, Manuel Bengolea, Luis Cugniet y Augusto Larraín, entre otros.
Si bien no se batieron récords, la competencia fue muy disputada y con momentos dramáticos, como cuando volcó el automóvil De Soto que manejaba Hermógenes Reveco en la fatídica curva de llegada a Puente Alto, y como resultado de lo cual hubo al menos seis heridos graves entre el público, aunque los pilotos salieron con lesiones leves. Lamentablemente, este tipo de percances era de común ocurrencia en esos días, ya que las normas de seguridad tanto para los corredores como para los espectadores eran muy precarias.

La prueba inicialmente la dominó el conocido piloto Óscar Andrade, en Studebaker, quien hizo la mejor vuelta al extraordinario promedio de 135 km/h, pero debió abandonar a la siguiente por fallas mecánicas que le provocaron un despiste. Heredó el liderato y lo conservó hasta cruzar la meta otro Studebaker, el de José “Pepe” Arana, quien se coronó campeón, a una velocidad promedio de 128 km/h. En el segundo puesto llegó Enrique Humeres en un Ford V8, tercero Hernán Freitas en Studebaker y cuarto Luis Cugniet en un coche marca Hupmobile. El ganador se hizo merecedor del hermoso trofeo, la Copa COPEC.

Se efectuó también ese día una carrera para coches carrozados o “de calle”, la que fue ganada por Manuel Bengolea en un Hudson, a 120 km/h de velocidad promedio, quien fue escoltado por Manuel Salas, en un automóvil Willys Knight. Sin duda fue una jornada mecánica larga, emocionante, y el numeroso público que rodeaba la pista entre la capital y Puente Alto no solo se retiró plenamente satisfecho, sino contentos de no haber estado involucrados en los serios accidentes que pusieron la cuota dramática al espectáculo deportivo.

La revista Zig Zag de la semana siguiente hizo una ilustrativa cobertura gráfica de esta memorable carrera de automóviles.