Nemesio Ravera
Este hábil y veloz piloto fue siempre el máximo representante del Audax Club Sportivo Italiano en las carreras de autos. Hizo sus primeras armas a bordo de un Ford coupé en el legendario circuito
de Macul, al iniciarse la década del 50. Allí dio las primeras muestras de su destreza de futuro campeón al imponerse en una carrera realizada en diciembre de 1951, en la que participaron además consagrados volantes argentinos, por lo que la victoria de Ravera fue muy meritoria. En esa década pasó a integrar el grupo que la prensa denominaba los “cuatro ases” del automovilismo de Turismo Carretera, junto a Bartolomé Ortiz, Raúl Jaras y Eugenio Velasco, con quienes mantuvo duelos memorables en diversas competencias.
Nemesio Ravera no sólo fue un volante identificado con la marca Ford en T.C., sino que también tuvo actuaciones muy destacadas en la serie carrozados y gran sport conduciendo su precioso y deportivo Alfa Romeo 1900 Touring . Con este Alfa obtendría varios triunfos en pistas como Los Dominicos y circuitos en Viña del Mar y Valparaíso.
Fue en la segunda mitad de la década del 50 cuando obtuvo sus mayores éxitos en Turismo Carretera, luego de que llevara su Ford a la Argentina, donde fue preparado su motor V8 y remozada su carrocería por el famoso preparador trasandino Juan Carlos Navone, quien correría junto a él , como copiloto, en muchos grandes premios por carretera. La cupecita Ford de Ravera fue una de las primeras en lucir en Chile las colas aerodinámicas con forma de alas sobre los tapabarros traseros, lo que causaba mucha admiración entre los aficionados.
En 1959 se impuso en varias pruebas, incluso en el extranjero, ya que logró una sonada victoria en el famoso Circuito de Atocongo en el Perú, ganando en la categoría denominada Fórmula Uno, para coches equipados con motores de hasta 3 litros. También fue el triunfador del único gran premio de carreteras del año, el de Las Dos Provincias, con lo que consiguió coronarse Campeón de Chile de Turismo de Carretera. Al año siguiente se pondría nuevamente la corona de campeón nacional tras ganar espectacularmente el Gran Premio Santiago- Valdivia, así como en varios circuitos, entre ellos el del Cerro Condell en Curicó.
En la carrera desde la capital a la ciudad de Valdivia triunfó con un tiempo sobresaliente: 12 horas, 19 minutos y 59 segundos, a un promedio de velocidad de 134,42 KPH. Por cierto que en aquella época la Panamericana sur tenía la mayor parte de su recorrido sin asfaltar, e incluía varias intrincadas cuestas, como la famosa cuesta de Lastarria.
Ese mismo año 1960 en que Ravera fue campeón por segunda vez, sostuvo un duelo magnífico en el circuito Los Dominicos con su amigo y rival Eugenio Velasco, y al cabo del cual, después de muchas vueltas, llegaron ambos juntos a la meta, con el Chevrolet y el Ford literalmente “pegados” rueda a rueda. Tercero llegó Bartolomé Ortiz. Fue sin duda una de las mejores carreras que se vieron en ese histórico escenario capitalino.
En 1961, el ya consagrado y doble campeón Nemesio Ravera obtendría unos de los triunfos más trascendentes de su carrera deportiva, al ganar el Gran Premio Antofagasta-Temuco-Santiago, luego de un singular y estrecho duelo con su eterno rival Bartolomé Ortiz, así como con los mejores volantes peruanos. Ravera estableció una marca increíble para la época, al tardar 10 horas, 54 minutos y 28 segundos entre Antofagasta y Santiago. Como si eso no hubiera sido suficiente, después en la etapa al sur batiría todos los récords entre Nos y Temuco, tardando el insólito tiempo de 4 horas, 8 minutos y 57 segundos a un promedio de 160,439 KPH.
La calidad conductiva y los éxitos de Nemesio Ravera fueron de tal magnitud, que por algo su imagen ocupó tres veces la portada de la famosa revista deportiva Estadio
Fue en el año 1962 en la carrera Santiago a Arica donde nuevamente se midió con sus amigos y rivales Ortiz, Jaras y Velasco. En la primera etapa fue el más veloz del cuarteto y quebró el récord entre Santiago y La Serena con un crono de 2 horas 41 minutos 52 segundos 1/5 y un promedio inigualable de 174,213 KPH. A su espalda arribaron en tándem Ortiz y Velasco. Su duelo cerrado con “Bartolo” Ortiz se prolongó a lo largo de todas las etapas del agotador gran premio nortino, hasta la meta en Arica. Al final triunfó Ortiz, pero Ravera fue su digno escolta. Culminaría así don Nemesio, con otra brillante actuación en un maratónico Gran Premio de carreteras, su exitoso palmarés deportivo de más de una década compitiendo incansablemente en las rutas y circuitos de Chile. Sin duda un gran astro del automovilismo chileno, un hábil piloto y un merecido bicampeón. Pero por sobre todo, fue un gran caballero y un ejemplar deportista.